jueves, 1 de febrero de 2018

Un buen disfraz.

Estás acostumbrado a estar solo, conoces personas pero no te involucras, ¿por qué? Porque fue lo que aprendiste a lo largo de los años, tomas decisiones que te hacen sentir bien, no rindes cuentas a nadie. Piensas que tu vida ya es lo suficientemente complicada como para sumarle problemas o simplemente evitas complicarte por estupideces.

Un día, por alguna extraña razón, conoces a alguien que llama tu atención, te gustan las amistades y permites que entre a tu reducido círculo. Casualmente disfruta de la bebida tanto como tú, hasta tienen bares favoritos en común. Simplemente la pasas bien. Decides darle una oportunidad a alguien, ni tú sabes por qué, pero sientes que tiene algo "diferente" que te hace sentir bien.

Decides darle y darte una oportunidad, todo bien, todo va mejorando. Te sientes bien.

Un día, un pequeño detalle arruina todo, algo que podría ser absurdo a los ojos de muchos, pero que cambia completamente la visión que tú tenías, no es que tú así lo quieras, se siente, es inevitable. Pasa y ya, tal y como ocurrió cuando empezaste a sentir eso "diferente" que llamó tu atención. También hubo algo que repelió esa atención.

Destapa recuerdos que tú tenías bien enterrados, sentimientos de los que te alejaste porque definitivamente no querías volver a sentir, pero ahí están, siempre han estado, sólo faltaba alguien que los detonara.

Al final todo regresa a la normalidad, al menos en ese aspecto eres el mismo de siempre, nada ha cambiado. No estabas equivocado.

¿Les ha pasado?

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