miércoles, 21 de octubre de 2015

No te vayas al bosque.


No entendía nada.

Hasta hace poco era muy feliz (o algo parecido), sentía que todo estaba bien, tan bien que era extraño. No miento cuando digo que ni siquiera recuerdo cuándo había sido la ultima vez en que me había sentido tan bien (la situación es tal, que llegas a un punto en el que empiezas a dudar de tu supuesta felicidad, no sabes si te estás sintiendo bien o sólo estás dejando de prestar atención a otras cosas que te podrían agobiar).

Todo fue tan rápido, que ni siquiera me di cuenta de que eso fue hace un par de meses.

Me pasa que siento estar en la cima, que no tengo nada por lo que deba estar inquieto. Tengo amistades que saben convivir conmigo (no cualquiera), mi familia manejando mi lado oculto, un trabajo que me hace ver lo bueno que soy como profesional.

Eso tan pequeño que sigue siendo mi todo.

Mi todo, que al mismo tiempo es nada.

Un momento en el que mi mayor preocupación era el no saber qué tomar para emborracharme el fin de semana o no poder decidir con cuál mujer sería mejor pasar la noche.

Ustedes saben, cosas así bien vergas que te hacen pensar que todo está bien vergas, que la vida es bien bonita y que no se trata de nada más que estar fuera de la realidad cada vez que sea posible, trabajas, te pones ebrio, te coges a una, trabajas, te pones ebrio, te coges a otra, trabajas, así, hasta que te das cuenta de una cosa:

Todo está ahí, todo es igual, nada cambió.

Llego, pongo Right Where It Belongs, me tiro en mi cama y me pongo a pensar.

¿Qué pasa?

¿En verdad tenemos algo? Aunque lo tengas, nada es importante.

¿Qué hace todo tan diferente?

Es ahí, cuando muy pendejamente piensas que tienes todo y luego sigue el putazo que te da tu mente.

Eso a ti no te importa, no eres así, nunca has sido así.

Entonces te das cuenta de que has intentado de todo para encontrarle un poquito de sabor a esta cosa tan horrenda. El aislamiento no funciona, salir con gente a la que no frecuentas, tampoco funciona, salir con desconocidos empeora las cosas.

¿Les ha pasado?

Después pienso que me tardé TANTO en entender las cosas. Una persona, antes muy querida y entrañable, me dijo:

"Vive el momento, disfruta esto."

Era la misma persona que estaba a punto de terminar con ese momento, así tan querida y entrañable, así se esfumó.  Eso me marcó bastante, palabras tan certeras, algo tan bueno y malo a la vez, porque aprendes a desprenderte de las cosas, bueno porque ya nada te lastima, malo porque así como ya no existe lo malo, las cosas agradables también dejan de existir.

Todo es tan insípido, todo es tan insoportable, todo es tan efímero.

Estoy tan condenado a vivir.