jueves, 31 de diciembre de 2020

Mediodía.

Pasaron tantas cosas que me hubiera gustado escribirlas todas.

Tan buenas como malas, más malas que buenas. En mis problemas llegué a un punto en el que me entendí por completo y no sé hasta cuándo podré estar así.

Es algo muy extraño, en serio. Me tomó mucho tiempo saber que nadie puede entender, es por eso que aprecio tanto a los que lo intentan.

Hoy es el úlimo día del año, curiosamente el día de mañana todo será igual.

Este año se quedará en el olvido.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Adormecido.

Han sido días muy extraños.

Me prometí nunca más volver a escribir desde mi perspectiva, pero el día de hoy es inevitable.

Han sido tiempos raros, nada tiene que ver la pandemia. Con o sin la situación actual, esto hubiera ocurrido. Mi mente me ha jugado tan sucio que por primera vez he considerado tomar cartas en el asunto.

Mi alcoholismo ya dejó de ser un disfraz y por fin me entiendo. Me he prometido tantas cosas que sería muy triste fallar.

Ayer era febrero y yo estaba en la cama de un hospital lamentando no poder estar festejando. Al salir todo fue igual, sólo estuve viendo el tiempo pasar.

Me encontré tantos días perdido que fue imposible no darme cuenta, a pesar de que era feliz. Feliz en ese mundo tan horrible.

Pero bueno, fueron interminables los días en los que empecé a escribir algo que terminó en la nada por considerarlo muy deprimente o muy irreal. Sobra decir que mi vida está llena de cosas deprimentes e irreales que ocurren en mi cabeza, pero las personas no quieren saber de eso.

He aprendido a no embarrar a nadie en mis malos ratos, no lo entienden y nunca lo entenderán. No se gana nada evidenciando la miseria. No sé qué esperaba, era la costumbre, supongo. Ahora sólo se trata de aguantar, tragar todo el malestar hasta que todo estalle en alivio.

Me siguen invadiendo los recuerdos de hace años, llegan así nomás. A veces pienso que mi mente está poniéndome a prueba. No entiendo eso de hacerte sufrir antes de morir, es tonto.

La depresión no se va, no se va a ir, ni espero que se vaya. Aprendes a vivir con ella, sabes que no es algo de lo que te puedas librar. A veces el simple hecho de pensar en no tenerla, te quita las ganas de vivir. Tan extraño como eso.

Hice cosas que no debía hacer, pero las tuve que hacer para entender. Eres el típico pendejo que sigue aprendiendo obviedades a los treinta y dos. Claro, a nivel personal, porque en la vida te topas a cada puñetas que está aprendiendo a 'quererse mucho' a sus cuarenta años. Tener tantos años para terminar en el infinito pensando lo mismo, dándole vueltas a lo mismo, dando lástima a los mismos.

En dos meses me topé a personas que no había visto en cinco años, fue algo muy raro. He estado aquí sentado infinidad de veces, viendo a la gente pasar. Volteo a ver apenas un año atrás y todo era tan diferente, tanto que me doy asco.

¿Sabes qué es lo peor?

Todo será igual hasta el final de los tiempos.

Veo tantos hits que me pregunto quién estará dándole refresh tantas veces a su navegador.

Salgo solo y termino solo, lo que quiero.

No pensé que esto fuera a terminar tan lleno de problemas, que a la vez no son problemas y sólo terminan siendo algo absurdo.

La vida apesta, las personas apestan. Todo apesta.

Respirar apesta, levantarse apesta, convivir apesta, dormir apesta, soñar apesta y estar vivo apesta.

Sabes que algo anda mal cuando el patrón se repite, pero no puedes hacer nada para evitarlo.

Mis promesas son tan tontas como el hecho de escribir al menos una vez por mes. Lo haría, pero ahora más que nunca nada tiene sentido.

Al final todo esto no es nada más que lo que tú quieres, no se vale estar de llorón.

Han sido días muy extraños.