lunes, 9 de marzo de 2015

Transeúnte.

Si alguien me preguntara:

¿En qué momento de tu vida pensaste en llegar a donde estás ahora?

La respuesta sería simple:

En ningún momento.

Ni siquiera me pasaba por la mente ser ingeniero, trabajar en un laboratorio, tener los amigos que tengo, ser tan raro. Es más, ni siquiera (ya teniendo más de 18 años) pensaba en que en algún momento de mi vida tenía que trabajar o tener responsabilidades.

Y sí, no sé cómo llegué a ser tan idiota.

Pero bueno, por alguna extraña razón, nunca he hecho planes en mi vida. No me pregunten cómo fue que llegué a este lugar, porque no hay una explicación, cuando me di cuenta ya estaba viviendo este momento.

No me puedo quejar de nada. 

La vida me ha tratado muy bien y muy mal, como a todo mundo, las cosas sólo llegan, muchas veces se quedan y muchas veces se van. Fue así como aprendí a tomar las cosas justo como iban llegando.

Hacer planes es aburrido, todo es más interesante cuando no sabes qué rumbo tomará tu vida.

Mañana todo puede ser felicidad. 

O pura crueldad.

Es ahí cuando te han tratado de tal forma, que ya forjaste tu carácter, el necesario para poder sobrellevar cualquier situación, con dolor y una que otra situación penosa, pero que al final vas a superar.

Aunque existimos algunos a los que nos encanta el drama.

Sean felices, la vida muchas veces es una mierda, pero vale la pena ser feliz de vez en cuando.