Tuve un mal día.
Y como todo mal día en el que no puedo rescatar mi tranquilidad con alcohol, videojuegos o ejercicio, estuve escribiendo sobre las cosas que odio, que al final y con justa razón, resultó en un horrible texto plagado de exageraciones y mentadas de madre a la horrenda vida. Algo digno de encontrarse en el Necronomicón.
Me enojé conmigo, borré todo y terminé escribiendo sólo esto.
Porque aquí sólo se escriben cosas bonitas, cosas felices, cosas que sirven para alegrar tu miserable vida.
Malo, malo porque no es la primera vez que ocurre, pero estoy dispuesto a que vuelva a ocurrir. Porque obviamente volverá a ocurrir.
De alguna manera nos tenemos que desahogar, ¿no?
Ven, siéntate conmigo, destapa una cerveza y disfruta el día.
La vida es bien bonita, nada más odio a la gente pendeja, el problema es que casi todos son unos pendejos, tal vez para muchos yo también soy un pendejo, eso lo sé y no tengo pedos cuando me lo dicen, al contrario, respeto a los que tienen los huevos de decirlo.
Sean pendejos pero acepten que están pendejos, así hasta me van a caer bien.
Pero bueno, en esta vida aún nos falta librar muchas cosas, y mucho mejor si nos quedamos a mitad del camino.
¿Saben qué es lo raro? Cuando no sabes ni por qué tuviste un mal día.
Porque el concepto de "mal día" abarca demasiadas cosas, ya no supe si fue la falta de café, el trabajo que tengo pendiente, la morra que ya no me habla, la falta de cerveza, la pendeja que casi me tumba de la bici, el pedazo de pollo que se me quedó atorado entre los dientes o que ya van tres semanas y no he podido terminar de leer ese puto libro.
Pudo ser cualquier cosa.
Miren, aquí les dejo una foto de unos animalitos (en una fiesta de animales, supongo, de otra forma no me explico los banderines) para que vean que no todo es odio y cosas horribles,