A veces, en la madrugada, aprovechando el silencio que hay en la casa, me levanto a la cocina y me siento a beber unos cuantos vasos de agua.
Me gusta pensar todo lo que no haré el día de mañana.
Me gusta imaginar lo que podría llegar a ser.
Veo alguna manera abrupta en la que todo podría terminar, así nada más, como todo.
Me gusta ver mi vida a blanco y negro, sueño con pintar de color todos los momentos que han marcado mi vida. Recuerdos geniales, recuerdos muy tristes.
Pero al final prefiero todo a blanco y negro, en donde todo está lleno de contrastes.
Todo da igual.
Termino de beber y regreso a mi cama sin esperar nada al siguiente día, sólo dispuesto a disfrutar los pequeños detalles.
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