miércoles, 23 de julio de 2025

Memorabilia

Lo descubrí por mí mismo, porque mi "terapeuta" ni siquiera para eso sirvió.

Me tomó años entender que, para que las heridas sanen, se necesita hablar; incluso, algunas veces, gritar.

No es que lo haya hecho, pero a veces solo me veo en el espejo, mirándome a mí mismo haciendo cosas que jamás haría. Gritar al vacío, por ejemplo. Imaginando realidades alternas… prácticamente un what if.

Logré mi tranquilidad sólo con algunas cosas, y todo fue circunstancial. Mi mente nunca ha estado en paz; desde que tengo memoria, siempre ha existido un deseo de autodestrucción. Es mi naturaleza, estos años de tratamiento no han sido en vano.

Creo que todo ha sido más fácil desde que estoy fuera, desde que sé que voy a morir lejos de quienes alguna vez me conocieron. La nueva rutina me costó trabajo, pero aquí estoy, y se ha convertido en mi nueva realidad. Debo aceptar que la abrazo cada día al despertar. Es muy bonito estar en un lugar que alguna vez te fue completamente ajeno. 

A pesar de todo, a pesar de conocer las cosas que podrían ayudarme — podrían, porque nada es garantía — aún hay aspectos en los que me niego a ceder.

Entre tantas cosas, lastimar a las personas aún se me da muy bien. Y, al igual que eso, hay una herida que me duele todos los días y que, por alguna razón, me niego a sanar.

He llegado a la conclusión de que estoy condenado a arruinar la vida de los demás.

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