domingo, 30 de abril de 2017

La buena vida.

Desde hace unos cuantos meses me he topado a personas a las que me he tomado la molestia (?) de saludar, personas que aman empezar la conversación con:

 "¿Y sigues pisteando?"

Y es que ese tipo de cosas fueron las que me ayudaron a darme cuenta de lo horrible (y hermoso) que es el alcohol. Bueno, eso y el último (y único) problema que he tenido con la "autoridad".

Desde febrero (afortunadamente) ya no he tomado "tanto", y lo digo así porque obviamente no es algo que me pueda quitar, de hecho, es algo que sé que no me puedo quitar. La idea no es dejarlo, la idea es regresar al Isaac de hace 10 años, que tomaba sólo dos días a la semana. Desde esos días creo que sólo me he emborrachado una o dos veces, voy mejorando.

¿Qué me hizo llegar a tal extremo?

La ansiedad y la depresión. Pero más que nada, la horrible y asquerosa ansiedad.

No he conocido mejor remedio que el alcohol, es inmediato. El problema es que se hace costumbre y la ambas cosas en realidad nunca se van, sólo se ocultan para después regresar aún más fuertes.

Estuve leyendo al respecto, resulta que es una práctica muy común y muy "peligrosa".

Puedo decir que ya pasé por la etapa "peligrosa" o que incluso nunca me acerqué a ella. El alcohol me ayudó mucho, me ayudó a darme cuenta de lo que eran esos problemas y a cómo lidiar con ellos. Aprendí a no dejarme caer, aprendí a no cerrarme y a darme cuenta de que es una condición que sólo sirve para joder.

Entre tanto alcohol usado para calmar mis malestares, empecé a tomar cervezas por gusto y no por "necesidad". Ahí fue cuando me di cuenta de todo.

No voy a mentir, de vez en cuando siento que voy a caer otra vez en depresiones absurdas, pero al final no ocurre, por eso, porque uno aprende de las cosas absurdas.

Para que tengan una idea, no dejé de tomar desde febrero 2015 hasta diciembre 2016. Así nomás, era un día o dos a la semana en los que no me ponía borracho, era algo horrible.

Actualmente mi estómago está hecho mierda y tengo 8 kg de sobrepeso sólo por la bebida.

¿Mi recomendación? No tomen.

Pero decir eso es algo tonto, porque el alcohol no es malo, lo malo es TODO en exceso. Yo sigo tomando, se me antojan unas IPAs o Stouts y no me aguanto las ganas, pero esas ganas ya no significan que me debo emborrachar.

Cuiden su salud y cuiden su dinero, hay muchas otras cosas que valen la pena.

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