jueves, 3 de diciembre de 2015

Desierto.

Diciembre, el mes que más me gusta, en el que siempre hay una sonrisa en mi cara.

En el que recuerdo lo horrible que la pasé en años anteriores y que ahora tan sólo me hace notar lo pendejo que fui al dejarme afectar por cosas tan humanas.

En fin, cosas que a todos nos pasan.

Apenas va iniciando el mes y ya la he pasado muy mal. Estrés, enfermedades, daños, muchas cosas a las que hacía mucho no me enfrentaba. pero ni eso es suficiente para arruinarlo.

¿Por qué me gusta tanto?

No estoy seguro realmente, pero supongo que tiene mucho que ver con los momentos etílicos con mi pequeña familia, las borracheras con mis amigos, los hermosos paisajes muertos o las inevitables jornadas dobles en el trabajo, que aunque son muy pesadas, termino siempre satisfecho.

He tenido tanto para escribir, pero también he tenido muy pocas ganas, todo queda en borradores de apenas unas diez palabras.

El otro día una señora me dijo que no soy nada empático, y pues, no sé, inmediatamente se me vinieron a la mente esos momentos en los que mis amigos me dicen que estoy muerto por dentro, seguido de un "Ah ok, señora".

Estos últimos días he pensado mucho en mi poca tolerancia a las actitudes pendejas de las personas, de cómo cualquier cosa me parece absurda y pendeja, del grave conflicto que se genera con mi regla de "No juzgues a los demás, déjalos ser pendejos y ya", es dificil ¿saben?

Los odio por pendejos, pero a la vez no los odio porque así son. O sea, así de pendejos, así los respeto.

Eso y muchos otros conflictos personales que no entiendo, empiezan a convertirse en una cosa TAN compleja que da hueva, en verdad a veces hasta siento que no quiero que se resuelvan. Aunque siempre hay una manera para desplazarlos, obvio, con mi amiga la cerveza.

Pero bueno, es diciembre, en diciembre siempre tenemos bonitos momentos y también unos muy culeros, pero esos no importan tanto.



¿La navidad? Na, eso es una estupidez.


Chinga tu madre.

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